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UNA MIRADA CRISTIANA DEL TRABAJO HUMANO Y EL BIEN COMÚN
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LA VIDA DEL MUNDO OBRERO Y DE LOS POBRES,
CON MISERICORDIA Y COMPASIÓN.


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miércoles, 14 de septiembre de 2011

LOS TRABAJADORES DE LA VIÑA (Mt 20,1-16)

Los trabajadores de la viña (Mt 20,1-16)
 
ORAR EN EL MUNDO OBRERO
Ciclo “A”  (2010-2011)
 
 
25ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
(18 septiembre 2011)
 
 
¿Es que sois envidiosos,
ideologizados ciudadanos del norte,
porque se intente tratar a
los extranjeros como a vosotros?



 

 
VER


El 40% de los españoles son partidarios de que los inmigrantes que se queden en paro “durante mucho tiempo” sean expulsados del país.

El presidente del OBERAXE (Observatorio español del racismo y la xenofobia), Nicolás Marugán, alertó de que existen muchos estereotipos sobre quienes vienen de fuera, especialmente en lo referido al mercado laboral y el uso de los servicios públicos.

Más de dos tercios de los españoles afirma que los inmigrantes hacen que bajen los salarios al aceptar sueldos inferiores y casi el 60% cree que quitan trabajo a los autóctonos.

Esta percepción es más acusada entre las personas que poseen menos estudios, las muy religiosas y los trabajadores poco cualificados.


La percepción negativa sobre el uso de la sanidad y la educación pública se ha extremado (...)  Más de la mitad de los encuestados creen que “abusan” de la gratuidad de estos servicios y que empeoran la calidad de la atención.  Y, pese a que las cifras indican lo contrario, son muchos los que siguen creyendo que reciben del Estado “mucho más de lo que aportan”.
 
Por último, el informe hace hincapié en la tendencia a sobredimensionar los “efectos negativos de la población extranjera” y alerta de la facilidad con que las ideas racistas pueden calar en una parte de la sociedad en el actual contexto de crisis económica como la que vivimos (cf. El Periódico Mediterráneo, 16 de julio).
 

 

 
ORAMOS
 
Como emigrante lejos de los míos,
al viento sin papeles que nos lleva empujando, desterrando,
volviéndonos ninguno, inexistentes, indeseables...
levanto mi voz, levanta tu voz.
 
Leo los periódicos, escucho las noticias,
veo telediarios, vomito las tertulias:
un triste espectáculo de mentiras que repiten
editores xenófobos y comentaristas idiotas.
¡Bien saben que la mentira y el engaño son armas poderosas
contra las masas ignorantes con deudas de consumo!
 
«Ovejas coge-todo, gusanos devoradores»
así nos sienten, así nos ven, Señor,
estos caínes xenófobos.
 
No nos dejes a merced de sus mentiras,
ni permitas que venza la clase reaccionaria.
Da a tus humildes una conciencia política...
 
Y a esos que se llaman a sí mismos religiosos,
gente de dura cerviz, blasfemos de tu Nombre,
golpea su dureza con las plagas, como a Egipto...
Que se ahoguen en el mal que proyectaban.
 

 

 
Los trabajadores de la viña (Mt 20,1-16)
 
«Porque el reinado de Dios se parece a un propietario que salió al amanecer a contratar jornaleros para su viña.
 
Después de ajustarse con ellos en el jornal de costumbre, los mandó a la viña.
 
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo:
 
“Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo que sea justo”.
 
Ellos fueron.
 
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo.
 
Saliendo a última hora, encontró a otros parados y les dijo:
“¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”
 
Le respondieron:
 
“Nadie nos ha contratado”.
 
Él les dijo:
 
“Id también vosotros a la viña”.
 
Caída la tarde, dijo el dueño de la viña a su encargado:
 
“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
 
Llegaron los de la última hora y cobraron cada uno el jornal entero.
 
Al llegar los primeros pensaban que les darían más, pero también ellos cobraron el mismo jornal por cabeza.
 
Al recibirlo se pusieron a protestar contra el propietario:
 
“Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos cargado con el peso del día y el bochorno”.
 
Él repuso a uno de ellos:
 
“Amigo, no te hago ninguna injusticia.
¿No te ajustaste conmigo en ese jornal?
Toma lo tuyo y vete.
Quiero darle a este último lo mismo que a ti.
¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera con lo mío?
¿O ves tú con malos ojos (tienes envidia de) que yo sea bueno?”
 
Así es como los últimos serán primeros y los primeros últimos».
 

 

 
Pequeña exégesis (lectura con lápiz)
 
1. Las haciendas de agricultores grandes y medianos eran cultivadas en aquella época por jornaleros (hoy obreros sub-contratados), pues para el propietario resultaban más baratos que los esclavos (obreros propios), ya que no necesitaba gastar por un jornalero en caso de enfermedad, ni sufrían una pérdida en caso de muerte, como con los esclavos (¿Qué nos recuerda esto sobre las demandas empresariales?).  El escritor romano Terencio Varrón (116-27 a. C.) aconseja tomar preferiblemente a jornaleros (hoy extranjeros) para trabajar en zonas insalubres y en labores arduas.  Para estos «prescindibles» la existencia era una continua situación precaria, marcada por los ingresos mínimos, el paro, la desnutrición, el hambre, las enfermedades, el desahucio de la vivienda y la mendicidad. (Y en ello andamos, después de tantas revoluciones industriales... ¿o precisamente por ello?)
 
2. La jornada laboral comenzaba al salir el sol.  El «dueño» de la parábola sería propietario de una hacienda media, pues él mismo se ocupa de contratar a los jornaleros; el propietario de una gran hacienda en cambio, solía vivir en la ciudad y tenía sus encargados en la finca.
 
3. No contamos, por desgracia, con estadísticas sobre el paro en Israel en la época de Jesús, pero como país de emigración, donde estaba en marcha, además, un proceso de represión solapada de los pequeños agricultores, el desempleo sería, sin duda, endémico.

4. Un denario era el jornal corriente para la mano de obra barata. 200 denarios al año por persona se consideraban el mínimo vital, por lo que un jornalero debía encontrar trabajo al menos 200 días al año, al menos para ir tirando. Por un denario se podía comprar entre 10-12 panecillos; por 3-4 denarios, 12 litros de trigo (para 15kg de pan aproximadamente) o un cordero; por 30 denarios, un vestido de esclavo; por 100 denarios, un buey. Estos precios, desde luego, no estaban pensados para jornaleros.
 
5. El agricultor cierra un convenio-laboral-por-día con los jornaleros (ajustado al jornal de costumbre) y los envía a la viña.  Si volver a contratar jornaleros a la hora tercia (hacia las nueve de la mañana) podría parecer normal, sus dos nuevas salidas resultan ya intrigantes, a la par que chapuceras.  Igualmente crea expectación la cantidad que se pagará de jornal: «lo que sea justo» (v. 4).
 
6. Lo más insólito es su salida a la hora undécima (una hora antes de la puesta del sol): ¡los contratados a esa hora, que prácticamente sólo tienen tiempo para llegar a la viña y volver, van a cobrar simplemente por pasearse!  El dueño les pregunta por qué están ociosos.  Y la respuesta es muy sencilla: nadie los ha contratado.  Parémonos a pensar en estos parados.  ¿Qué clase de personas son?  ¿Parados viejos o enfermos, que nadie quería?  ¿Gente que se levantó tarde y perdió su oportunidad?  Nada se dice, pero el narrador quiere que reparemos en estos obreros de la hora undécima.
 
7. Argós (=inactivo) puede significar «parado» o «perezoso».  La narración deja abierto si la pregunta del agricultor es un reproche indirecto y la respuesta de los presentes una mera evasiva o se trata de una pregunta y respuesta «auténticas».  Las respuestas de los exegetas (ideologizados igual que yo) que colman este vacío del texto de un modo u otro según la propia perspectiva social, indica cómo el texto «compromete» a quien lo lee.
 
8. El pago del jornal se produce al caer la tarde, como es previsible en la Biblia y en la tradición judía.  Empezar el pago por los últimos permite a los primeros saber lo que cobran los otros (sólo así cabe la disputa sobre la justicia, narrada en los vv. 11-15).  Y entonces ocurre algo extraordinario: Que los últimos, a los que el propietario nada prometió, cobren el denario entero es totalmente imprevisible y contradice la lógica de lo que se esperaría de un patrón (de entonces y de ahora).  Veámoslo con un ejemplo tomado del historiador Diodoro: Una jornalera embarazada da a luz a un hijo durante el trabajo.  Lo coloca sobre los matorrales y sigue trabajando para no perder el jornal.  El capataz es alertado por los gritos del niño y pide a la jornalera que cese en el trabajo; pero ella se niega, porque necesita del jornal entero.  Sólo por su obstinación se deja convencer el capataz y le da el jornal entero.
 
9. Ahora les toca el turno a los primeros.  Tanto ellos como nosotros esperamos que cobren más, pero cobran lo mismo que todos: un jornal cada uno.  Protestan porque el propietario ha quebrado arbitrariamente el principio de la justicia (aquí no se trata de egoísmo, sino de un debate sobre la justicia), al igualar a los que sólo han trabajado una hora con los que han soportado la carga y el sofoco del día.  Se trata de una crítica que el narrador (es decir, Jesús) quiere que tomemos en serio, pues se trata de una idea que nos habita también a nosotros.  Lo que se critica es que en vez de mantener entre los trabajadores las distinciones basadas en el rendimiento (hoy se habla de productividad), en vez de destacar la superioridad de unos en perjuicio del resto, ha efectuado una igualación solidaria.  ¡No ha utilizado los salarios para marcar diferencias, sino que se ha servido de ellos para expresar igualdad y solidaridad!  [Veo a los capitalistas con las manos en la cabeza: ¡Este hombre no tiene idea de economía!]
 
10. El propietario interpela directamente al portavoz de los primeros: defiende su modo de proceder, primero, desde la perspectiva de la justicia formal, que el portavoz ha invocado: él ha pagado lo convenido; no hay lugar a más reclamación.  Se ha satisfecho el «principio de igualdad» a su manera: el salario debe corresponder al trabajo realizado.  El querellante puede tomar lo que le corresponde e irse a su casa.
 
11. El propietario defiende luego su comportamiento alegando el derecho del propietario a hacer con sus bienes lo que quiera (el derecho a disponer no sólo de la propiedad, sino también a destruirla, se corresponde con la visión del derecho romano). Seguramente los oyentes de la parábola darían también su aquiescencia a este principio, pues por desgracia los pobres hablan demasiado a menudo el lenguaje de sus amos y adoptan la visión del mundo de sus señores; aquí la facultad absoluta de disposición de su propiedad.
 
12. Pero el final nos depara una sorpresa.  El agricultor formula una pregunta personal que revela el verdadero móvil de su acción: él es bueno, aun sin estar obligado a serlo.  Por el contrario, ¿será la envidia lo que hace protestar al portavoz de los primeros contratados?  Es la demoledora pregunta retórica que formula el agricultor con la metáfora corriente de los «malos ojos» y que dirige el narrador, de paso, a los bienpensantes obreros del primer mundo, es decir, a nosotros mismos.
 
13. ¿A qué apunta el meollo del relato?  A saber unir la justicia con la bondad y capacitarnos así para la solidaridad con los últimos  ¿Podríamos actualizar este relato –en comparación de traducción dinámica– con los diferentes convenios, desigualdades salariales, diferencias de género...?  Para los capitalistas es impensable esta actualización porque el abismo entre el evangelio (ética religiosa) y la economía (ética dineral) es infranqueable “epulonamente” hablando.
 
14. Terminemos, para evitar escrúpulos exegéticos, con la interpretación religiosa, y por tanto eclesial-social, que subyace al relato: igual que se portó el agricultor con los últimos, se porta Jesús (y así deben portarse los cristianos) con aquellos que, en una evaluación normal, no tienen derecho a recompensa alguna de Dios: Jesús se dirige en nombre de Dios a los pecadores que no observan la torá; a las mujeres y los pobres que no pueden observarla del todo, por diversas razones; a los enfermos que son excluidos de la comunidad del pueblo; y al ‘am ha’arets inculto que nada sabe de la torá.  El sistema de valores de la justicia no queda suprimido, pero sí trastocado con la aparición del amor de Dios: no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
 

 



REFLEXIÓN PERSONAL
[Escuchar y entender para dar fruto]
 
¿Cómo actualizar en mi lucha obrera la propuesta de esta parábola de Jesús?
 
Una agenda católica editada en Caracas por el Secretariado de Cristiandad para el año 1979 contiene una máxima de vida eterna para cada día del año.  Pues bien, ya en el mes de enero encontramos estas tres perlas:
 
–«22, lunes. San Vicente mártir. Un señor tenía una viña (Mt 20,1-7). Jesús admite la propiedad privada».
 
–«23, martes. Santa Emerenciana. Un señor contrataba obreros (Mt 20,1-7). Jesús admite el uso de empleados».
 
–«24, miércoles. San Francisco de Sales. Un señor debía dinero (Mt 18,23-35). Jesús admite el préstamo y el cobro de intereses».
 
¡Cuidado: no convirtamos nuestra actualización en un chiste malísimo como el de la puñetera agenda!
Démosle vueltas sin rebajar la complejidad de la lucha económica.
(cf. J.I. González Faus, Otro mundo es posible...
desde Jesús, Sal Terrae, p. 88).
 

 

 
ORAMOS CON LOS SALMOS: SALMO 21
 
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe con sus habitantes,
pues él la fundó sobre los mares,
sobre las corrientes la afianzó.
 
–¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
–El de manos inocentes y puro corazón
el que no acude a ídolos ni jura en falso.
 
Ese recibirá la bendición del Señor
la justicia de Dios, su salvador.
–Éste es el grupo que lo busca
que viene a visitarte, Dios de Jacob.
 
–¡Portones, alzad los dinteles!
Que se alcen las antiguas compuertas:
que va a entrar el Rey de la Gloria.
 
–¿Quién es ese Rey de la Gloria?
–El Señor, héroe valeroso,
El Señor, héroe de la guerra.
 
–¡Portones, alzad los dinteles!
Alzad las antiguas compuertas:
que va a entrar el Rey de la Gloria.
 
–¿Quién es ese Rey de la Gloria?
–El Señor Todopoderoso, él es el Rey de la Gloria.
 

 

 
A. De Dios es la tierra y cuanto la llena, y la ha dado a los pobres: es de ellos por herencia divina, pero les ha sido robada...  De Dios es el mundo y de sus habitantes trabajadores: es de ellos por su trabajo creador, pero...
 
B. ¿Quién es amigo de Dios?  El trabajador amigo de los pobres, ese es amigo de Dios.  El que hizo la opción por los pobres, peleó comprometidamente y usó sus manos para construir un mundo solidario; el que conservó la utopía del Reino en su amante corazón; y no levanta su garganta ansiosa al oro de mamones, ni envía suspiros a veleidades burguesas.
 

C. Avivamos nuestro deseo de ser amigos/as de Dios, nuestra realidad de amistad vivida con Jesús... Hoy caemos en la cuenta de que su presencia en nosotros nos obliga a engrandecer el corazón, a ensanchar nuestro deseo hasta el cielo de la utopía. Su presencia es imposible en corazones cerrados y mediocres.  Agrandemos nuestro corazón hasta alcanzar la dimensión del Reino de Dios, como el de Jesús.
 
En la oración preparamos nuestro corazón, encendemos nuestro deseo, buscamos su presencia, nos comprometemos con el Reino...
 
Desde estas claves, recitemos pausadamente el salmo, dejemos que sus símbolos nos empapen.
 

 

 
ORAMOS
(V. M. Arbeloa, Cantos de fiesta y lucha)
 
Padre nuestro que está entre nosotros
y que quieres que todos
te llamemos Padre;
que prometes tu reino de justicia
a todos los que buscan lo justo en todas partes,
a todos los que vamos por el mundo
armados de esperanza, igual que el emigrante.
 
Vamos buscando el pan de cada día
–pan que es también amor y paz y ciencia y arte–,
a las buenas y a las malas,
con convenios, con huelgas y con plantes,
con encierros en salas y en Iglesias,
preparando plataformas de salarios
o gritando por las calles,
juntando nuestras fuerzas, aupando nuestra sangre.
 
Intentamos al mismo tiempo perdonarnos
el mal que nos hacemos y que hace
que el reino que esperamos y apuramos se retrase.
 
Pero no perdonaremos al amo que nos robe,
al ladrón señorito que nos ladre,
al tirano que quiera torcer nuestras ideas a sucio garrotazo
ni al vampiro que nos hinque sus colmillos “legales”.
 
No pasamos por la burla o el desprecio,
y menos por la estafa o por el fraude
que quieren cometer con nuestro pueblo,
que quieren cometer con nuestra clase.
 
Mas tampoco queremos que el odio nos devore
ni la sucia venganza en la mano nos estalle.
Queremos que todos, ladrones y tiranos, se conviertan
y en la mesa del pan y del trabajo se sienten y se hermanen.
 
Y esta es nuestra oración de esta mañana,
la única manera de decirte: Padre...
 

 

 
¿Qué hay que hacer con los “extranjeros”? (A.M.)
 
«Querido amigo: demuestras que eres cristiano de verdad, un fiel como Dios manda, cuando ayudas a los hermanos, especialmente si son xenoi (es decir, extranjeros, forasteros, peregrinos, extraños)».  Esto es lo que está escrito en 3Jn 5.
 
Nosotros, los cristianos, no podemos oír el término xénos (extranjero, forastero) sin que nos dé un vuelco el corazón: «Fui xénos (extranjero, forastero) y me recogisteis» (Mt 25, 35).  Jesús en persona es ese extranjero querido al que acoges («Cada vez que lo hicisteis con uno de esos hermanos míos tan insignificantes, conmigo lo hicisteis»), pero también ese ‘indeseable’ extranjero al que desprecias: «Apartaos de mí, malditos: ... cada vez que dejasteis de hacerlo con uno de estos tan insignificantes dejasteis de hacerlo conmigo»).
 
¿Qué hay que hacer con los “extranjeros” –se preguntan algunos políticos, haciendo alarde de barata xenofobia y de estulticia supina, el pose serio, eso sí?  Porque esa no es la pregunta, queridos, sino esta: ¿qué hay que hacer con las personas?  Y entonces la respuesta es clara como el agua: ¡Tratarlas como tales!
 
Tú y yo sabemos que el hombre es lo que importa, no los sábados, ni los templos, ni privilegiados derechos de ciudadanía.  Si la justicia establecida nos divide, nos separa, nos enfrenta, entonces es hora de que la bondad solidaria tome las riendas del futuro.  Un día la justicia será planetaria.  En ello estamos los cristianos, a ello somos convocados por el mismísimo xenoi, llamado Cristo.


PARA PENSAR
Dos frases y dos mundos:
“Todo lo que nos separa, distingue y enfrenta...”
(Realidad presente)
 
“Todo lo que nos separa, distingue y enriquece...”
(Realidad utópica)
 
¿Cómo podemos hacer que nuestros hermanos de Europa quieran pasarse del indecente primer mundo al mundo de la utopía?
    
ORAR DESDE EL MUNDO OBRERO






- Is 55, 6-9. Mis planes no son vuestros planes.
- Sal 144. R. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
- Flp 1, 20c-24. 27a. Para mí la vida es Cristo.
- Mt 20, 1-16. ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
 




                   Enséñame tus caminos.
 
Dios no puede ser reducido a nuestros esquemas.
Los caminos y los pensamientos de Dios no son los del hombre (1 lect.).
Nuestras relaciones sociales se miden a base del intercambio
y trasladamos esta forma de ser y de obrar al campo religioso.
Dios, sin embargo, actúa según criterios de gratuidad (Ev.).
Nos acercamos a su lógica y a sus criterios cuando llevamos
una vida digna del Evangelio y nos dedicamos al servicio de la
comunidad eclesial y del mundo (2 lect.).